Pasa
el tiempo,
todo
regresa a su origen,
las
aguas turbulentas se apaciguan
el
dolor comienza a disiparse a extinguirse
Mecido
en los brazos del tiempo
aplacado
por el susurro de una dulce nana,
que
domestique la fiera que en nuestro
interior
se encuentra
y
que ruge sin cesar,
en
respuesta del daño sufrido,
donde
la ira se adueña
de
nuestra alma,
la
que todo destruye implacablemente
en
nuestro interior ,
a
la espera de los nuevos cimientos
que
apuntalen la fuerza
y
esperanza de conseguir
el
consuelo y superación
por
lo atrás vivido.